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El candente prólogo de un periodo ordinario a tiro de piedra


Tren Parlamentario

Vicente Bello

TREN PARLAMENTARIO

El candente prólogo de un periodo ordinario a tiro de piedra

VICENTE BELLO

En los territorios del Congreso de la Unión, la economía fue colocada ya en el centro de las miradas de tirios y troyanos. La reducción de las tasas de interés decretada por el Banco de México -de 8.25 puntos a 8- fue vista con simpatía en las dos comisiones que, por antonomasia, estarán abocadas a partir de septiembre a revisar y autorizar el paquete fiscal.

Integrantes de las comisiones de Hacienda y Crédito Público y de Presupuesto y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados consideraban positiva la decisión, porque abre la opción de que la gente invierta en negocios en vez de pretender ahorrar y porque estimulará dos tipos de créditos: para el consumo y para la inversión.

El Banco de México ha seguido los pasos de Andrés Manuel López Obrador, cuando éste opinó hace unos días que las tasas de interés debían bajar.

Del 8.25 al 8 es casi nada, si se mira el brutal incremento de las tasas de que fueron objeto las distintas tasas interbancarias desde finales del sexenio calderonista y durante todo el sexenio de Enrique Peña Nieto.  Pero esto, en San Lázaro, se veía como el comienzo del desgranamiento de las tasas en México.  

Se veía esta decisión del Banxico como una respuesta a la caída de las bolsas del mundo a partir de que, anteayer, se habló en la meca del sistema financiero internacional, Nueva York, de que Estados Unidos estaría en el umbral de una recesión.

Ayer mismo, el influyente diputado federal presidente de la Comisión de Presupuesto y cuenta Pública, Alfonso Ramírez Cuéllar,  dijo algo que acalambró sin duda a ese sector de la economía que nunca ha sido bien visto por sus consecuencias nocivas a la salud de la gente: la de las bebidas azucaradas, tabaco, alcohol y comida chatarra.

Ramírez Cuéllar ha propuesto que sea actualizado el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) aplicado, precisamente, a los productos de esas cuatro actividades, y que la recaudación que de ella surja sea etiquetada para enfrentar la crisis sanitaria que padece el país, destinando por completo dicha recaudación al sector salud.

Y argumentaba: “Frente a un problema de salud pública muy grave, una crisis de enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes y el cáncer, tiene que haber mayores niveles de gasto y esto debe salir de los impuestos a los cigarros, el alcohol, refrescos y la comida chatarra”.

A veintitrés días de que el Ejecutivo Federal entregue a estas dos comisiones ordinarias su propuesta de paquete fiscal para 2020, los diputados pintan con sus propuestas diversos escenarios, acotados sin embargo por la promesa del actual presidente de la República de que no habrá incremento de impuestos. Pero, eso sí, dijo Alfonso Ramírez Cuéllar, debe evitarse a toda costa que sectores como el de salud vuelva a ser objeto de un recorte presupuestal, “porque ya no lo aguantaría”.

Y opinaba que la única manera de incrementar recursos al sector salud, sería actualizar el IEPS a productos que claramente han sido nocivos para la salud del pueblo de México, como la mayoría de los refrescos, bebidas alcohólicas, tabaco y comida chatarra.

Con esta declaración de Ramírez Cuéllar, que ha retumbado como un trueno anunciador de tormenta, las comisiones de marras prevén que a partir de este viernes comiencen a llegar a San Lázaro cabilderos de aquellas actividades.

Los refresqueros, verbigracia, en otros años han argumentado que sus bebidas dan energía “para el trabajo” en mucha gente, tanto en el campo como en la ciudad, y por tanto, son necesarios para la alimentación de millones de personas. No aceptan que han sido los causantes directos de que cuando menos unos diez millones de mexicanos padezcan la diabetes.

Las empresas de tabaco suelen defender su posición ante el IEPS arguyendo que son generadores de empleo para cientos de miles de mexicanos, aunque son los más cínicos, de hecho, porque soslayan a priori un dato brutal que siempre ha escocido en la Cámara de Diputados:  cada año las cigarreras incorporan a la adicción al tabaco a unos 640 mil menores de edad, como una estrategia para ir supliendo cada año los casi 600 mil fumadores que mueren anualmente por causa del cáncer pulmonar que les provoca el tabaco.

Si alguien no tiene ni tantita madre es, precisamente, la industria tabacalera, nacional y extranjera. Es, de hecho, la que menos tiene poder defensivo en San Lázaro. Y sólo les ha quedado el recurso de corromper a los diputados, con viajes a diferentes partes del mundo, para que ellos no los castiguen tanto a la hora de fijarles el IEPS, con el argumento de que son dadores de muchos empleos.  

Para la industria del alcohol, la argucia utilizada por tabacaleras y refresqueros es muy parecida: los empleos.  

Pues de todo esto comenzarán a discutir y pleitear en San Lázaro, incluso cuando todavía distan 23 días para la entrega del paquete fiscal 2020, conformado por los Criterios Generales de Política Económica, y proyectos de Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos de la Federación.

 

ESTRIBO

Al Congreso de la Unión se le han comenzado a acumular muchos fierros en la lumbre. Fierros que, tal parece, no ha querido tocar siquiera: la “estafa maestra”, la aprehensión de Rosario Robles, las acusaciones de corrupción del Poder Judicial de la Federación, el ataque encarnizado de que está siendo objeto el gobierno de López Obrador por parte de un grupo empresarios voraces y bastante venenosos como Claudio X. González.  Veremos.

 

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17/08/2019